miércoles, 16 de mayo de 2012

La primera vez que vi a la Vicky


La primera vez que vi a la Vicky se acercó a pedirme un cigarro. Yo no fumo, y la gente con la que compartía charleta no los compra manufacturados, así que se tuvo que conformar con el pitillo de liar que le hizo un amigo. Ella dijo que no sabía rulárselos. Unos minutos después salía corriendo perseguida por los camareros de un bar del que se había ido sin pagar 'la dolorosa'. Nunca la había visto antes.

La segunda vez que me encontré con ella, salía de un callejón del casco antiguo en el que una tipa hace su particular agosto a costa de un buen puñao de adictos, entre los que se encuentra la Vicky. A raíz de ahí, empecé a encontrármela en mi día a día. Percibí que nutría su vicio con pequeños hurtos; y quizás, también, vendiendo los retazos que le quedaban de lo que estoy convencido que fue una belleza espléndida. Pasaron los meses, y seguía encontrándome a la Vicky. No se por qué razón, pero me inquietaba de alguna manera aquella mujer. Hacía que me preguntara por su pasado, por su camino andado, y por el destino que le aguardaba. Por aquel entonces, la Vicky ya no podía esconderme su manifiesta adicción, los mecanismos con los que cubría sus necesidades, ni una barriga que se redondeaba por momentos.

La noche que más rabia sentí al ver a la Vicky fue aquella en la que se llevó delante de mis narices el bolso de aquella chica italiana con la que yo compartía futbolín, risas y birra. Con aquel acto cabrón la Vicky privó a Claudia de sus 20 pavos, pero sobre todo la dejó sin una documentación valiosa y sin la agenda de contactos de los dos teléfonos que cargaba en su bolso. Claudia perdió en ese momento algo muy importante para su día a día, y todo porque la Vicky decidió esa noche que el colocón correría a costa de la italianita.

La siguiente vez que vi a la Vicky fue en la pantalla del ordenador de la Comisaría de Policía, donde tuve que comparecer como testigo de la denuncia del robo. Fue en ese momento cuando me enteré de que aquella barriga que la Vicky había redondeado durante los últimos nueve meses había albergado dos criaturas que no habían pasado apenas unos instantes en su regazo. Mierda de vida la de la Vicky, ella había perdido más que un bolso.

Durante las siguientes semanas me encontré muchas más veces con la Vicky. Fui mucho más cauto cuando se acercaba a la mesa donde se encontraban mis cosas; generé cierto rencor por su acciones...; pero no se por qué razón, la Vicky y las historias que mi cabeza fantaseaban en torno a su vida seguían despertando en mi las mayores inquietudes y curiosidades.

La última vez que vi a la Vicky fue el pasado domingo. Y en solo un instante ella se me mostró de una manera muy distinta a la de todas las ocasiones anteriores. Iba acompañada de un chico vestido de negro. Pero no parecía uno de esos sujetos con los que la Vicky alivia su vicio a costa de suplir el del otro. Iban cogidos de la mano, con una ternura que evidenciaba que no había transacción aparente de por medio. Aunque mi paseo iba en dirección contraria, no pude evitar seguir a la Vicky. Estaba casi avergonzado por mi intromisión, pero en mi opinión amparado por esa inquietud constante que me despierta la Vicky y todo lo que la rodea. Además, si ella había robado el bolso a Claudia, yo podía sustraerle unos instantes de su vida. O ese fue al menos el argumento que encontré en aquel momento.

Pero esa noche me encontré a otra chica; ya no se parecía a la Vicky. La pareja no cesaba sus muestras de cariño; los ojos de ella se encontraban constantemente con los de él, y la sinceridad servía como pegamento entre sus miradas. Se besaban, se abrazaban, se decían, se entregaban.... No pasaban unos metros sin que la Vicky y su acompañante no se encontrasen en la necesidad de pararse y volver a empezar de nuevo con su tierno juego. Él la cogía de la mano y la giraba sobre sí; y la Vicky se sentía como Odette acariciada por Sigfrido en 'El lago de los cisnes'. Reanudaron su camino, mientras la Vicky le cantaba con pellizco un fandango a media voz que hacía que los ojos de su chico brillasen con más luz. Les dejé escapar. Nunca fui el mejor voyeur del mundo, ni me sentía capaz de seguir curioseando en un momento tan íntimo. La Vicky había conseguido sorprenderme. Pero de una manera muy distinta a como jamás pensé que lo haría. Había visto a la Vicky trapichear, descuidar, exhibirse, ... Había fantaseado con su vida, con su pasado, con su destino... Pero inútil de mi, nunca la había imaginado en un momento como aquel. Dejando de lado su puta mierda de vida, y entregándose a unos labios, a unos ojos y a una copla. "Touché, Lucky" (pensé).

La próxima vez que vea a la Vicky será el próximo lunes, en el Juzgado de Instrucción nº1 de Jaén, donde comparezco como testigo en el juicio de faltas por el hurto a aquella chica italiana. Y no tengo dudas, porque es mi obligación y porque creo que estos hechos hay que denunciarlos. Pero la putada es que ya cuando veo a la Vicky, no me acuerdo ni del bolso de Claudia, ni de los descuidos con los que 'mi amiga' jode la vida de más de uno, ni del veneno que la consume a diario y que evita que pueda criar a sus hijos. Porque ahora cuando veo a la Vicky, sólo la imagino con ese chico de negro, que la mira a los ojos, levanta su mano, la gira dulcemente y la besa antes de que 'mi amiga', la Vicky, le entone un fandango a media voz.

lunes, 10 de enero de 2011

El flamenco se ríe de los banqueros



Ramón, un amigo, me mandaba esta mañana un mail con este enlace a Youtube. Sin duda es original, la forma en la que este grupo de personas realiza su particular crítica al mundo de la banca. 
Según se indica en la información del vídeo, se trata de una acción colectiva flamenca en la que flo6x8.com se coló en una de las oficinas del Banco Santander en Sevilla. Según cuenta, se "compincharon" con una "emisora de radio amiga", y se plantaron en la sede con siete transistores. "En el momento preciso emitieron y bailamos en directo la fantástica rumba 'banquero'".



martes, 28 de diciembre de 2010

Los 'huevos' del Ríos

Ha pasado ya más de un año desde que José Ríos sorprendió a propios y extraños con su ya famosa Rotonda de 'Los Pavos'. Desde su instalación, la intervención junto al Campus de las Lagunillas de la Universidad de Jaén despertó muchas voces a favor, y también alguna en contra; pero lo que es evidente es que supone un guiño curioso, simpático y original en esta concurrida entrada a la ciudad.
Pues bien, la familia crece, y muestra de ello es que 'los pavos' han puesto un par de huevos. Pues sí, así es. En la imagen se puede ver como dos objetos ovoides se han incorporado al curioso conjunto. Ahora a esperar a que eclosionen para ver si tendremos 'pavitos' o 'pavitas'. ¡Ríos, con un par!

jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Amor o economía?

Hay muchos carteles diseminados por nuestras ciudades en los que jóvenes estudiantes buscan piso para compartir. Pero ayer me encontré con uno que me llamó especialmente la atención. Decía así: "Pareja universitaria busca habitación". La verdad es que el anuncio me despertó el interés nada más verlo. Porque esta demanda, ¿es cosa del amor o de la economía?.

Vale que ahora que ha llegado de pleno el frío invernal, lo de estar juntitos se agradece. Pero de ahí a compartir una habitación donde dormir -que quizás sea la parte más interesante-, estudiar, leer, ver la tele... Además, teniendo en cuenta que los pisos que se alquilan para estudiantes no se caracterizan por tener amplias habitaciones, con zonas bien diferenciadas... ¿Cómo debe ser lo de compartir un armario en una 'habitación de estudiantes'? ¿Quién se queda con más cajones? ¿Él o ella?, ¿ella o ella?, ¿él o él?, ...Y cuando la pareja discuta: "¡Tú, fulanito/a, no te quiero ni ver... ya te puedes estar marchando al ala oeste de nuestra 'habitación compartida de estudiantes que viven en pareja', que no quiero ni verte...!". 

Y si no es cosa del amor... Será quizás otra de las jugarretas a las que nos vemos abocados ante la manida crisis, donde parece que el 2x1 gana enteros. Porque ya me imagino el cartel que podría preceder al que ilustra este post: "Necesito pareja para buscar habitación en piso de estudiantes. Preferiblemente de nivel universitario, no fumador, que ocupe poco en la cama y sólo necesite un cajón del armario...".

Bueno, la verdad es que todo esto son elocubraciones mías, quién sabe lo que ha movido a estos estudiantes a colgar este cartel. Si es el amor, bienvenido sea, y si no es así, ¡arriba la economía! 

lunes, 13 de diciembre de 2010

"Nos hacemos seres humanos leyendo"

Tuve la oportunidad de hablar con Juan Madrid hace ya algunos años. Creo recordar que era en noviembre de 2005, cuando visitó Jaén para recoger el Premio ‘Jaén’ de Literatura en la categoría de Narrativa Infantil y Juvenil por su libro’Los senderos del tigre’. En este libro había querido hacer un homenaje a los autores que en su infancia le habían despertado la ilusión por la lectura, entre ellos al padre de Sandokán, Emilio Salgari. Yo que conocía del escritor y periodista malagueño algunas de sus colaboraciones en prensa, un puñado de sus novelas negras y algún guión cinematográfico -como ‘Días contados’-, me sorprendí de ese guiño a su niñez.

Y ayer volví a encontrarme con Madrid, y también fueron protagonistas estas lecturas de la infancia. Fue casi por casualidad, cuando me enteré por una amiga de que el escritor ofrecía una charla a alumnos del instituto Virgen del Carmen. Hice un hueco entre dos ruedas de prensa que tenía, y me dirigí hacia el aula 211 del centro. Allí estaba él, hablando otra vez de Salgari, de Stevenson y los tesoros de su isla… Pero lo que más me llamó la atención de la media hora en la que estuve escuchándolo, fue su reflexión sobre esa “capacidad comunicativa que caracterizó siempre a Andalucía, … que es una tierra con mucha capacidad verbal”, describió. A pesar de que, como reconoció, esto es algo que se está perdiendo por esa velocidad en las relaciones que dirige nuestras vidas actualmente, defendió que esa oralidad tan presente en su niñez fue el principal resorte a la hora de decidir ser escritor. Así recordó las largas conversaciones de su niñez con el marinero Salvador, que le contaba historias que él continuaba en un viejo cuaderno de contabilidad rescatado de la basura, y en cuyas hojas en blanco, el joven Juan Madrid, compartía aventuras con Sandokán.

Y es que para el escritor, los recuerdos, las vivencias, los relatos, etc., que conocemos de los demás, son una forma de acceder a realidades que quizás nunca sintamos en primera persona. Los relatos son la única manera de descubrir el mundo de manera plena, defendía el autor, ya que por muy larga e intensa que sea una vida, nunca se tendrá la oportunidad de conocer todos los sitios que se desean, ni de protagonizar todas las experiencias que se anhelan.

Me quedo finalmente con una de las reflexiones que hizo el escritor, que dijo ante un joven auditorio absorto: “Nos hacemos seres humanos leyendo… El relato es como un espejo, lo que le pasa a un personaje, te pasa a tí”.

(El video que adjunto es bastante malo -sobre todo su audio-, pero incluye alguna de éstas últimas consideraciones)

Me lanzo al barro

Llevo dándole vueltas al arranque de este blog más tiempo del que en un principio deseaba. Lo de dilatar esta decisión se basa principalmente en que considero que poner en marcha algo de este tipo requiere de un nuevo ejercicio de responsabilidad y de cierto compromiso a la hora darle contenido. Y esto, siempre es difícil.

Aunque también tengo claro que la cosa no consiste en escribir por escribir. Espero que algunos de los que entren en este blog encuentren algo que sea de su interés, o se rían, se sorprendan, y sobre todo, me abran también los ojos.

Ahora que encontré el aliento suficiente para la puesta en marcha de este espacio, espero mantener la ilusión con la que lo pongo en funcionamiento. Y si no es así, ...